Acné cutáneo: causas, tratamiento y cuidados

Acné cutáneo: causas, tratamiento y cuidados

¿Cuáles son las causas del acné?

El acné es una afección cutánea frecuente que puede tener varias causas. Estas causas suelen estar relacionadas con factores hormonales, genéticos y ambientales.

La secreción excesiva de sebo desempeña un papel clave en el desarrollo del acné. Las glándulas sebáceas de la piel producen una sustancia grasa llamada sebo, y cuando esta secreción es excesiva, puede obstruir los poros de la piel, creando un entorno favorable para que se multipliquen las bacterias responsables del acné.

Además, cuando las células muertas de la piel se acumulan, pueden combinarse con el sebo y obstruir los poros. Esto crea un entorno propicio para la proliferación de la bacteria Cutibacterium acnes (antes conocida como Propionibacterium acnes), presente de forma natural en la piel. Cuando estas bacterias proliferan en los folículos obstruidos, desencadenan una respuesta inflamatoria en el organismo, que puede provocar la aparición de granos, espinillas, puntos blancos y otras lesiones del acné.

Las células muertas de la piel desempeñan un papel clave en el proceso de formación del acné al contribuir a la obstrucción de los poros de la piel. Por este motivo, la exfoliación regular de la piel, que ayuda a eliminar las células muertas de la superficie cutánea, suele recomendarse como parte del tratamiento del acné para prevenir su aparición.

formación de acné

 

En resumen, el acné puede ser el resultado de una combinación de factores, como la secreción excesiva de sebo, la proliferación bacteriana y la obstrucción de los poros. Los factores hormonales y genéticos también pueden desempeñar un papel en la predisposición al acné.


En cuanto a los factores hormonales, las hormonas tienen un impacto considerable en la formación del acné. Más concretamente, los andrógenos, que son hormonas sexuales masculinas presentes en cantidades limitadas también en las mujeres, influyen en la producción de sebo por las glándulas sebáceas de la piel. La sobreproducción de andrógenos puede estimular estas glándulas, provocando una secreción excesiva de sebo. Las fluctuaciones hormonales durante periodos como la pubertad, la menstruación, el embarazo y la menopausia pueden provocar brotes de acné como consecuencia de estas variaciones hormonales.

Los anticonceptivos hormonales se utilizan a veces para regular las hormonas en algunas personas con acné. Estos anticonceptivos contienen hormonas sintéticas que ayudan a equilibrar los niveles hormonales y a reducir la producción de sebo, ayudando así a reducir los síntomas del acné.

En cuanto a los factores genéticos, los estudios han demostrado que existe un componente genético en el desarrollo del acné. Si miembros de su familia han padecido acné, es posible que usted tenga una predisposición genética a esta afección cutánea. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la genética no determina necesariamente esta afección cutánea, pero puede aumentar la probabilidad de padecerla.

Los factores hormonales y genéticos interactúan para influir en la secreción de sebo, la proliferación bacteriana y la inflamación cutánea, todos ellos elementos clave en el desarrollo del acné.


Los diferentes tipos de acné

Existen varios tipos de acné, cada uno con sus propias características y niveles de gravedad. Estos son algunos de los principales tipos de acné:

  • Acné vulgar

El acné vulgar es la forma más común de acné y afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por una variedad de lesiones cutáneas, como granos, espinillas (comedones abiertos), puntos blancos (comedones cerrados), pústulas (granos llenos de pus) y, a veces, quistes. Estas lesiones suelen formarse en la cara, el cuello, la espalda, el pecho y los hombros. Los puntos negros son el resultado de la obstrucción de los poros por exceso de sebo, células cutáneas muertas y bacterias. Las pústulas se forman cuando las bacterias proliferan dentro de los poros obstruidos, causando inflamación.

  • Acné Comedones

El acné comedoniano es una forma de acné dominada por comedones, que son lesiones no inflamatorias. Existen dos tipos de comedones: los puntos negros (comedones abiertos) y los puntos blancos (comedones cerrados). Los puntos negros se producen por la acumulación de sebo y células muertas en un poro obstruido, que se oxidan al contacto con el aire y se ennegrecen. Los puntos blancos se forman cuando el sebo y las células muertas de la piel obstruyen un poro, pero la superficie permanece cerrada. Aunque estas lesiones no son inflamatorias, pueden convertirse en pústulas o pápulas en caso de infección bacteriana.

  • Acné papulopustular

El acné pápulo-pustuloso es una forma leve a moderada de acné caracterizada por la aparición de granos rojos inflamados (pápulas) y pústulas. Las pápulas son el resultado de la inflamación de los poros obstruidos, mientras que las pústulas son granos llenos de pus. Esta forma de acné puede causar picor y molestias, pero no suele dejar cicatrices permanentes y no se considera acné grave.

Acné papulopustular

  • Acné quístico

El acné quístico es una forma grave de acné caracterizada por quistes profundos y dolorosos que se forman bajo la piel. Estos quistes pueden ser sensibles al tacto y suelen estar asociados a una inflamación importante. El acné quístico puede dejar cicatrices permanentes si no se trata eficazmente. Debido a su gravedad, suele requerir un tratamiento médico más intensivo, que incluye medicación local y oral y procedimientos dermatológicos.

  • Acné nodular

El acné nodular se manifiesta en forma de nódulos, que son lesiones duras y dolorosas localizadas bajo la piel. Estos nódulos pueden ser grandes y estar hinchados, causando molestias considerables. El acné nodular se considera una forma grave de acné y es propenso a dejar cicatrices. A menudo es necesaria la intervención médica para tratar eficazmente el acné nodular.

  • Acné conglobata

El acné conglobata es una forma aún más grave de acné, caracterizada por nódulos, quistes, abscesos e inflamación extensa. Puede ser devastador para la piel y dejar cicatrices profundas y permanentes. Debido a su gravedad, el acné conglobata suele requerir tratamiento dermatológico especializado y el uso de medicación potente para controlarlo.

Cada uno de estos tipos de acné tiene características específicas y puede requerir un enfoque terapéutico diferente. La elección del tratamiento dependerá de la gravedad del acné y de las necesidades individuales del paciente. Es esencial consultar a un dermatólogo para que evalúe el acné y elabore un plan de tratamiento adecuado.


¿Qué tipos de piel sufren acné?

Las pieles grasas suelen ser más propensas al acné debido a una predisposición genética a la sobreproducción de sebo. Las glándulas sebáceas de la piel, responsables de la producción de sebo, son especialmente activas en estas personas. Esta sobreproducción de sebo puede obstruir los poros, creando un entorno propicio para la formación de granos y espinillas. Estas personas suelen tener una piel propensa al acné.


Sin embargo, otros tipos de piel no son inmunes al acné. La piel mixta, caracterizada por una zona T más grasa (frente, nariz, barbilla) y otras partes más secas de la cara, también puede ser propensa al acné. La zona T es especialmente propensa a los brotes debido a la sobreproducción de sebo, mientras que las partes más secas de la cara también pueden desarrollar granos ocasionalmente.


La piel sensible también puede desarrollar acné, aunque suele ser más difícil de tratar. Los productos agresivos contra el acné pueden irritar la piel, por lo que elegir los adecuados es esencial para evitar agravar el problema. Los tratamientos locales del acné deben ser suaves para no causar irritación.


La piel seca no se asocia tan comúnmente con el acné, pero no es completamente inmune a esta afección cutánea. Estas personas pueden desarrollar granos e inflamación, aunque con menos frecuencia que las que tienen la piel grasa. Además, la toma de ciertos medicamentos puede provocar a veces brotes de acné.


Así pues, aunque el acné es más común en las personas con piel grasa, puede afectar a diversos tipos de piel y cada tipo de piel puede necesitar enfoques de tratamiento específicos para el acné, en función de sus características y sensibilidad. Por lo tanto, elegir los productos y tratamientos adecuados para su tipo de piel es esencial para un tratamiento eficaz del acné.


¿A quién afecta el acné?

El acné no es sólo una preocupación para las adolescentes, ya que también puede afectar a las mujeres adultas. La relación entre las mujeres adultas y el acné puede ser importante por varias razones:

  • Factores hormonales: Las fluctuaciones hormonales desempeñan un papel importante en la aparición del acné en las mujeres adultas. Las variaciones hormonales relacionadas con el ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia y el uso de anticonceptivos hormonales pueden contribuir a la aparición de brotes de acné.
  • Síndrome premenstrual (SPM): Muchas mujeres adultas afirman que el acné empeora antes o durante el periodo menstrual debido a los cambios hormonales que se producen durante el ciclo menstrual.
  • Acné de aparición tardía: Algunas mujeres nunca tuvieron acné durante la adolescencia, pero pueden desarrollarlo más adelante. Esto se conoce como acné de aparición tardía, y puede estar relacionado con factores hormonales, genéticos o ambientales.
  • Estrés: El estrés crónico puede desencadenar o agravar el acné en los adultos, ya que puede provocar desequilibrios hormonales y una mayor producción de sebo.
  • Uso de cosméticos: Los cosméticos y rutinas de cuidado de la piel inadecuados pueden obstruir los poros y contribuir a la aparición de acné en las mujeres adultas.
  • Factores genéticos: La predisposición genética al acné también puede influir, lo que significa que si otros miembros de la familia han tenido acné, una mujer adulta puede ser más propensa a padecerlo.

Es importante señalar que el acné en las mujeres adultas puede ser diferente del de las adolescentes y puede requerir enfoques de tratamiento locales específicos, incluidos tratamientos hormonales, medicamentos tópicos y cuidados de la piel adaptados. Una consulta con un dermatólogo puede ayudar a determinar la causa subyacente del acné y a desarrollar un plan de tratamiento adecuado y eficaz.


¿Influye la higiene en la aparición del acné?

El acné no está causado exclusivamente por una higiene deficiente, pero ésta puede contribuir a su desarrollo o, en algunos casos, empeorarlo.

De hecho, una higiene deficiente, y en particular no limpiar la piel con regularidad, puede provocar una acumulación de sebo y células cutáneas muertas que obstruyen los poros, favoreciendo la formación de granos y otras lesiones acneicas. Por eso es importante cuidar la piel con los limpiadores y exfoliantes adecuados.

Una higiene deficiente también puede contribuir a la proliferación excesiva de bacterias, y el uso de productos de limpieza agresivos puede causar irritación, agravando los síntomas del acné.

Sin embargo, es esencial tener en cuenta que el acné es una afección multifactorial. Una buena higiene cutánea, que incluya una limpieza regular y suave, es importante para mantener una piel sana, pero no garantiza necesariamente la prevención del acné, especialmente en los casos en que intervienen otros factores.


¿Qué ingredientes se utilizan para tratar el acné?

A la hora de elegir productos cosméticos para el tratamiento antiacné, es importante buscar ingredientes específicos conocidos por su eficacia para combatir los brotes de acné. Estos son algunos de los ingredientes que se utilizan habitualmente en los productos para el cuidado de la piel con acné:

  • Ácido salicílico: El ácido salicílico es un exfoliante químico liposoluble que penetra eficazmente en los poros de la piel. Tiene la capacidad de disolver los lípidos, por lo que resulta especialmente útil para eliminar las células muertas de la piel, reducir la inflamación y desobstruir los poros. Al eliminar las células muertas de la piel, favorece la renovación celular, lo que puede ayudar a prevenir la obstrucción de los poros y reducir la aparición de granos.
  • Probióticos: Los probióticos son microorganismos beneficiosos que ayudan a mantener un equilibrio saludable de bacterias en la piel. Limitan la proliferación de la bacteria Cutibacterium acnes, responsable del acné. Los probióticos también refuerzan la barrera cutánea al promover un microbioma cutáneo equilibrado. Una barrera cutánea más sana limita la pérdida de agua transepidérmica, lo que ayuda a mantener la piel hidratada y previene las irritaciones.

Limpiador exfoliante probiótico

  • Retinoides: Los retinoides, derivados de la vitamina A, son compuestos potentes para tratar el acné. Actúan evitando la obstrucción de los poros, favoreciendo la renovación celular y reduciendo la inflamación. Los retinoides ayudan a normalizar el proceso de descamación de la piel, evitando la acumulación de células muertas en los folículos pilosos.
  • Ácido glicólico: El ácido glicólico es un alfahidroxiácido (AHA) que exfolia suavemente la piel. Favorece la renovación celular eliminando las células muertas de la superficie de la piel. También puede reducir la aparición de cicatrices de acné al suavizar la textura de la piel. Sin embargo, es importante utilizar el ácido glicólico con precaución, ya que puede aumentar la sensibilidad de la piel al sol.
  • Niacinamida: La niacinamida, también conocida como vitamina B3, tiene propiedades antiinflamatorias. Ayuda a reducir la inflamación de la piel, lo que resulta especialmente útil para las personas que sufren acné inflamatorio. La niacinamida también regula la producción de sebo, lo que puede ayudar a reducir el brillo de la piel en personas con piel grasa.
  • Ácido hialurónico: el ácido hialurónico es un ingrediente hidratante capaz de mantener el equilibrio óptimo de hidratación de la piel. A diferencia de algunos humectantes que pueden obstruir los poros, el ácido hialurónico hidrata la piel sin obstruirla. Esto es esencial para mantener una piel equilibrada, ya que una hidratación adecuada puede ayudar a regular la producción de sebo.
  • Aceite del árbol del té: El aceite del árbol del té es conocido por sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias. Puede ayudar a reducir la proliferación de bacterias causantes del acné, al tiempo que calma la inflamación de la piel. Sin embargo, debe utilizarse con precaución, ya que un uso excesivo puede causar irritación cutánea.

Es importante tener en cuenta que cada persona reacciona de forma diferente a los productos e ingredientes. Es aconsejable consultar a un dermatólogo para determinar el mejor tratamiento cosmético para su tipo de piel y la gravedad de su acné. Además, es esencial seguir las instrucciones de los productos y vigilar la piel para detectar cualquier reacción adversa. No sobrecargar la piel utilizando demasiados productos a la vez también es importante para evitar irritaciones mayores.

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